Selin Gören en una captura de pantalla del reportaje de "Panorama" en YouTube

Alemania: violada por inmigrantes, Selin Gören mintió para proteger a sus agresores del “odio racista”

En Alemania las violaciones se han vuelto algo habitual desde que Merkel les abrió las puertas a los refugiados en masa del Oriente Medio y del norte de África. Los “casos aislados” se cuentan por centenares y salir a la calle de noche y sin compañía se ha convertido en algo peligroso para la mayoría de las mujeres del país.

El ejemplo de hoy es bastante curioso, uno de tantos escogidos al azar para demostrar cuán degenerada está Europa y hasta qué punto la gente se está volviendo idiota en aras de preservar la corrección política, la multiculturalidad y la tolerancia mal entendida antes que rendirse a la evidencia y aceptar la realidad tal y como es.

Hoy te quiero presentar a Selin Gören, una activista de izquierdas fervientemente defensora de causas como el feminismo, la lucha contra el racismo o el antifascismo. Se define a sí misma como “socialista”, se reúne con el grupo político de las Juventudes Izquierdistas y no se pierde ni una sola manifestación pro-refugiados.

Qué curioso que, con semejante CV, fuera justamente a ella a quien violaron tres inmigrantes borrachos, probablemente fueran refugiados, en un parque una noche en la que se escapó de casa tras una fuerte pelea. El programa Panorama del ARD, buque insignia de los magacines adoctrinadores de la televisión pública germana, le dedicó un reportaje de 6 Minutos que enlazo a continuación (en alemán, con subtítulos en inglés lo tendrás que buscar tú):

Selin cuenta que al llegar al parque cercano a su domicilio en seguida se percató de que no estaba sola. Entendió palabras en árabe y kurdo. Había tres inmigrantes jóvenes bebiendo a su lado, pero ella no les prestó mayor atención hasta que, de pronto, la rodearon y comenzaron a molestarla. Trató de marcharse puesto que se olió problemas, pero aún no había avanzado ni cuatro metros cuando la atraparon por detrás y la arrojaron al suelo, inmovilizándole el torso y los brazos, y apretándole el cuello hasta que le faltó el aire.

Cuando ya no se pudo defender, la violaron hasta que ella logró morder a uno de los atacantes. Entonces éstos decidieron emprender la fuga y en la huida se llevaron su bolso. Ella se fue directa a la comisaría para denunciar el robo, pero en ese momento no mencionó la violación. No solo eso, sino que su primera declaración fue que la había asaltado “un grupo mixto” en la que había tanto extranjeros como individuos de apariencia nativa alemana.

En este punto de la historia la reportera le pregunta a Selin: “¿Por qué mintió usted?”, y ella responde que fue por miedo a que los radicales de derecha utilizaran el caso para echarle más leña al fuego a la discusión de los refugiados, que ya había subido bastante de tono después de las agresiones sexuales masivas que ocurrieron en la Nochevieja del 2015 en Colonia. La víctima explica que se negó a que fuera justamente su historia la que diera pie a comentarios despectivos por parte de los detractores de los refugiados, del tipo “por fin os violan los refugiados a los de la izquierda, para que lo entendáis de una vez”.

La feminista Selin Gören. Fuente: https://www.facebook.com/selin.goeren
La feminista Selin Gören. Fuente: https://www.facebook.com/selin.goeren

Sigue la reportera con otra pregunta: “¿Tuvo usted en ese momento la sensación de estar haciendo lo correcto?”, a lo que Selin dice “No, pero tampoco tenía la sensación de que haber hecho lo otro [denunciar la violación] hubiera sido más correcto”. Añade además que, no importa la decisión que hubiera tomado, de cualquier modo hubiera sufrido gente por culpa de su declaración. Su único miedo era que en su ciudad, Mannheim, alguien le prendiera fuego a los hogares habilitados para los refugiados.

Cuando la policía acompañó a Selin a su casa por la noche y ella tuvo un momento para reflexionar sobre toda la situación, se derrumbó ante lo sucedido porque se dio cuenta de que “no era correcto” no denunciar a los agresores. Lloró durante toda la noche, pero, finalmente, 12 horas después regresó a la comisaría para cambiar su denuncia de robo a violación y, lo más importante, para admitir que no había ni un solo alemán entre los agresores, sino que todos habían sido inmigrantes.

A Selin le dio mucha vergüenza tener que volver para cambiar su declaración, porque era consciente de que había mentido y de que había cometido un gran error “por una buena razón”. Pero, no obstante, lo hizo.

A partir de aquí la historia se filtró a los medios de comunicación y en Internet (según la voz en off del Panorama) “se disparó la campaña de odio” en contra de los refugiados. Los peores temores de Selin Gören se vieron cumplidos. Dice la víctima que el 80% de los comentarios se los vino venir y que fueron del tipo “refugiados de mierda, son todos unos violadores”. Ella se enfadó muchísimo y pensó en qué podía hacer para mejorar la situación, incluso acarició la idea de ir por tercera vez a la comisaría para cambiar de nuevo la declaración. Su única prioridad, dice, era ayudar a detener la ola de rabia hacia los refugiados.

Después del episodio, Selin siguió sintiéndose culpable por haber causado tanto odio y escribió en su muro de Facebook una parrafada disculpándose ante los refugiados. Afirmó que se sentía co-responsable de todas las críticas vertidas hacia los inmigrantes porque, después de todo, fue ella quien puso la denuncia. Aún hay más: Selin terminó por convencerse de que ella era la agresora (minuto 5:50), a pesar de que los verdaderos agresores aún no han sido encontrados, de modo que no se puede corroborar al 100% si habían sido refugiados o no.

He aquí la triste historia del mundo al revés que se ha vuelto cada vez más habitual en nuestros días, de la víctima (auto)convertida en verdugo, del Síndrome de Estocolmo bien lustroso y en todo su esplendor. Echando una ojeada al muro de Facebook de Selin Gören, uno se topa con una foto suya promocionando una conferencia con la siguiente cita:

Imagen promocional de una ponencia de Selin Gören con una cita pro-refugiados violadores Fuente: https://www.facebook.com/sgoeren/
Imagen promocional de una ponencia de Selin Gören con una cita pro-refugiados violadores Fuente: https://www.facebook.com/sgoeren/

CITA: «(…) [mi refugiado violador],

Tú no eres el problema. Tú no eres un problema en absoluto.

Tú eres la mayoría de veces una persona maravillosa que merece,

igual que cualquier otro, ser libre y sentirte seguro.

Gracias por existir, gracias por estar ahí.»

Más allá de lo grotesco de disculpar a sus propios violadores después de haber sido agredida y humillada, y de hacer todo lo posible por defenderles ante las reacciones naturales de rabia de los demás, lo realmente preocupante son las muchísimas muestras de apoyo que Selin Gören recibió en los comentarios por parte de gente montada en el tren de lo políticamente correcto que aprobó sus acciones y le dio la razón. ¿Cómo es posible?

Selin Gören se considera pro-islamista, pro-comunista, pro-feminista, pro-multicultural, pro-tolerancia… y también anti-racista, anti-blancos, etc. En el momento en que varias de sus creencias entran en conflicto, su zozobra se dispara a la hora de establecer prioridades: ¿qué está por delante, la seguridad de los pobres refugiados o el castigo a un violador de mujeres? ¿Quién se encuentra más abajo en la pirámide de las opresiones y quién tiene más derecho a cometer actos de violencia “justificados”? En este caso concreto gana por goleada la defensa de los derechos humanos de los “inmigrantes desvalidos”, quienes, según Selin, necesitan de todo el amor y comprensión posibles por parte de los alemanes “racistas” para integrarse en su nuevo hogar.

Es evidente que tanto esta mujer como sus defensores han perdido la capacidad de discernir entre lo que está bien y lo que está mal. ¿Qué clase de moralidad impulsa sus actos? ¿Es solo estupidez o hay algo más tras su manera de pensar y actuar? Pues bien. Algunos psicólogos, como Paul Bloom, explican que el exceso de empatía, un sentido que las mujeres tienen generalmente más desarrollado que los hombres, llevado al extremo puede ser gravemente perjudicial tanto a escala individual como a escala social, porque la empatía no es objetiva. Sentimos empatía natural por gente semejante a nosotros y conectamos de un modo particular con individuos o grupos de ellos (“las familias de refugiados desvalidas”), más que con una masa de gente (“las mujeres”) o con cifras abstractas (“80 millones de alemanes”).

Selin Gören con un tatuaje de la hoz y el martillo comunistas. Fuente: https://www.facebook.com/selin.goeren
Selin Gören con un tatuaje de la hoz y el martillo comunistas. Fuente: https://www.facebook.com/selin.goeren

Mal controlada, la empatía exagerada puede desembocar en un altruismo patológico por el cual nos preocupamos más por las necesidades de terceros que por las nuestras, pudiendo incluso amenazar con ello nuestra propia supervivencia. A gran escala, el exceso de empatía puede, por ejemplo, llevar a un gobierno a tomar decisiones equivocadas cuando se tratan cuestiones que conciernen a todo un Estado si están motivadas por la pena. O, a escala menor, el resultado puede ser que una muchacha desequilibrada se sienta responsable de impulsar el odio hacia su propio violador aun a pesar de ser ella la víctima. Es muy importante entender los graves niveles que alcanza la negación de la realidad de gente como Selin Gören. Su capacidad de raciocinio ha sido obnubilada por sus emociones.

¿Dónde está el límite? La sociedad en masa está decantando la balanza hacia este altruismo patológico anteriormente mencionado. Sobre todo, las mujeres, quienes no solo son las que más se involucran en las tareas de voluntariado relacionadas con la acogida de los refugiados, sino que además son las que se muestran más predispuestas a defenderlos en público y a votar por partidos que abogan por el derribo de las fronteras (ejemplo: este gráfico de las pasadas elecciones en Austria que muestran los porcentajes de mujeres jóvenes que iban con el candidato del Partido de los Verdes). Por consiguiente, son también ellas las más expuestas al peligro y a sufrir abusos por parte de los inmigrantes hostiles. Lo segundo es una consecuencia directa de anteponer las emociones, el compromiso empático, a los hechos en temas tan importantes como votar en unas elecciones.

Esta falta de análisis crítico por parte de gran parte de la sociedad llega, claro, cuando más se necesita y en el peor de los momentos, pues hay que evaluar los efectos de una inmigración masiva a los países europeos con la cabeza fría y no dejarse llevar por las tristes imágenes que se ven a diario en televisión. Quizá ahora, cierto tiempo después de que se iniciaran las olas de refugiados y tras haber sufrido altercados y varios ataques terroristas a lo largo del 2016, haya más gente predispuesta a buscar información alternativa y a abrir los ojos para entender la realidad. Esperemos que los casos como el de Selin Gören no se repitan.

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